diferencia de las antiguas tarjetas de cajero automático,
las tarjetas de débito también pueden ser utilizadas para pagar
consumos y compras en los establecimientos afiliados.
En este sentido, basta presentar la tarjeta y firmar un pagaré
para que el dinero sea, instantáneamente, descontado de nuestro
saldo.
Al utilizar una tarjeta de crédito, la gente puede pagar todos
sus consumo en un plazo que va entre 10 y 50 días, obteniendo de
esta manera financiamiento gratuito. ¿Por qué entonces la
tarjeta de débito es preferida en la mayoría de las ocasiones?
En México la respuesta podría ser sencilla: a raíz de la crisis
de 1994, muchas tarjetas de crédito fueron canceladas por falta
de pago, y quienes las conservaron han tenido miedo de usarlas.
Sin embargo, esto no es del todo cierto ya que el fenómeno se
da a escala mundial. La mayoría de la gente suele preferir el débito
por razones psicológicas más que financieras: la paz interior
que causa no tener deudas.
Es decir, se trata del sentimiento de las personas acerca de su
propio dinero, de pagar con lo que hoy tienen.
Esto no aplica para las tarjetas de débito, en donde nuestro
saldo estará afectado asta que haya un dictamen a nuestro favor
(después de un proceso que puede llevar varios meses o años).
Es decir, un problema con nuestra tarjeta de débito puede
destrozar nuestras finanzas personales en el corto plazo, como se
ilustra en las siguientes situaciones:
1. Sistemas fuera de línea.
En ocasiones existen problemas de comunicación entre los
diferentes bancos, y los saldos que se obtienen en cajeros automáticos
de otras instituciones muchas veces no están actualizados. Esto
ha provocado una gran cantidad de sobregiros.
2. Cargos duplicados. La aparición de cargos duplicados es un
problema muy frecuente en México. Como los fondos de la cuenta
relacionada a la tarjeta de débito se ven afectados
inmediatamente, esto puede provocar muchos problemas de liquidez,
o inclusive, de cheques devueltos por falta de fondos (con sus
respectivas comisiones que son muy difíciles de recuperar a pesar
de que se demuestre la responsabilidad del banco).
3. Cargos fraudulentos. Los fraudes con tarjetas de débito
cada día son más usuales y han afectado seriamente el patrimonio
de muchas personas honestas, quienes tienen que enfrentar largos y
tediosos juicios para recuperar su dinero.
4. Robos. Cualquier uso que un ladrón haga de nuestra tarjeta
de débito se verá inmediatamente reflejado en nuestro saldo, y
difícilmente podremos hacer algo para recuperarlo (a menos que
hayamos avisado a tiempo a nuestro banco).
¿Debemos dejar de utilizar, entonces, las tarjetas de débito?
No.
Sólo debemos aprender a manejarlas con mucho cuidado.(El
Economista-Vía EFE).